El candidato y portavoz de Ganar Alcorcón en el Ayuntamiento aborda en este artículo la situación en la que se encuentra Alcorcón con el Gobierno del Partido Popular
AHace casi un mes intervine en el debate del estado de la ciudad para recordarle al alcalde que había instalado la ruina como forma de hacer política. Entonces le narraba que las consecuencias más drásticas de esta manera de enfrentar la legislatura habían reducido el Ayuntamiento a un aparato de propaganda del Partido Popular.
Lejos de ofrecer soluciones, el Partido Popular ha contribuido a que los problemas se cronifiquen. Todo lo que el gobierno de David Pérez toca, está manchado. Consciente de que su incapacidad y oscuros intereses le han convertido en algo así como un Rey Midas de la basura, se ha dedicado a lo único en lo que tiene cierta maestría: improvisar, polemizar, destruir y mentir.
Alcorcón se merece un alcalde limpio. Un alcalde que devuelva al Ayuntamiento su capacidad de poner en marcha soluciones. Sin embargo, estos meses estamos observando un inverosímil ejercicio de irresponsabilidad, despotismo y paranoia del alcalde del Partido Popular. Con las elecciones en el calendario, David Pérez se ha armado de la propaganda institucional y una gira mediática cargada de mentiras para hacernos creer (sin demasiado éxito) que la ruina de los últimos 8 años es algo así como una alucinación colectiva.
Incapaz de hacer una sola autocrítica sincera, deja caer lágrimas de cocodrilo frente a la prensa. Fanático y amante de las cruzadas ahora corre a emular cierta cercanía. Sin posibilidad de ofrecer ni una sola solución tangible, el alcalde se ha abonado a inauditas teorías de la conspiración a las que sólo les falta colocarle a él (así como a algunas de sus más distinguidas concejalas y concejales) como objetivo de una gran trama urdida por los “illuminati” para evitar que su mandato llegue a buen término. Y mientras tanto, basura acumulada en las islas, aceras levantadas, centros de mayores donde la calefacción no funciona, el servicio de voluntariado suspendido por impago, goteras en los institutos o un tarifazo en la factura del agua ante el que sólo callan cobardemente.
Alcorcón se merece un alcalde limpio. Un alcalde que cuando una vecina o un vecino tenga un problema los escuche y estudie su problema para encontrar la mejor manera de poner en marcha un plan integral para abordar las necesidades de la ciudad. Nunca más ladridos contra los mayores por denunciar las carencias de los centros y residencias. Nunca más insultos a la Policía Municipal por pedir más personal o ataques a los trabajadores públicos por reivindicar lo que es suyo mientras, a la vez, se hace “chiquitito” a la hora de exigir a la Comunidad de Madrid que actúe cuando un problema del municipio es de su competencia.
Nuestra ciudad no puede permitirse que cada mes tengamos que observar como el Ayuntamiento abre una nueva guerra contra algún colectivo de vecinas y vecinos sólo para tapar sus errores. Esta política tóxica sólo divide al municipio, sólo nos estanca y nos impide que avancemos en poner en marcha soluciones. La evidencia más catastrófica de esta deriva está en el pleno del Ayuntamiento, convertido en un circo romano donde, el alcalde y el resto de los concejales populares, desfilan mes a mes para protagonizar dantescos espectáculos mientras ignoran las mociones y resoluciones aprobadas.
Alcorcón se merece un alcalde limpio. Un alcalde que tenga un proyecto de ciudad, que sea capaz de ofrecer a medio y largo plazo horizontes sobre limpieza, un desarrollo donde la riqueza fluya hacia las familias, una ciudad inclusiva que esté libre de violencias machistas y LGTBIfobia, una ciudad comprometida con el medioambiente, una protección social que no deje a nadie atrás y el cumplimiento del derecho constitucional a la vivienda.
Por el contrario, David Pérez sólo nos ha dejado suciedad, la incapacidad de atraer inversión extranjera que deje iniciativas de alto valor añadido al municipio, acciones y declaraciones infames que nos han posicionado como la ciudad del alcalde más machista de España, inexistencia de iniciativas sobre energías renovables, promesas incumplidas a personas desahuciadas y la liquidación de EMGIASA mientras los alquileres no han dejado de subir en nuestra localidad.
Con Alcorcón abandonada, instalada en la improvisación permanente y sin rumbo conocido, los retos que hoy tenemos ante nosotros desbordan lo ideológico. Lo que hoy está en juego es si la ciudad se queda estancada o avanza hacia el futuro.
En mayo tenemos la oportunidad de elegir entre excusas o soluciones, entre improvisación o planificación, entre abandono o proyecto, entre ruina o cambio. Tras ocho años de política tóxica creo que expreso el sentir general cuando insisto que, en Alcorcón, nos merecemos un alcalde limpio.
