Los últimos años de gobierno de David Pérez se han convertido en un auténtico manual de cómo destrozar una ciudad; el primer año de gobierno de Jesús Santos, en cambio, será un ejemplo de cómo recuperarla
Cualquier visitante que se de un paseo por Alcorcón tardará poco en encontrarse con contenedores desbordados, ratas campando a sus anchas y calles intransitables. Este lamentable espectáculo, que ha provocado que incluso la Unión Europea llame la atención sobre la salubridad de la ciudad, es el día a día de los alcorconeros.
Prácticamente nadie escapa al tsunami de desechos que ha inundado Alcorcón. El riesgo para la salud por la proliferación de enfermedades es evidente. Los problemas añadidos para determinados grupos como personas de avanzada edad, niños o personas con movilidad reducida son incontables. Por si esto fuera poco, la propia imagen de la ciudad se está viendo tan ensuciada como sus calles, todo por culpa de una gestión negligente y de un gobierno municipal que funciona de espaldas a la mayoría social.
Jesús Santos, candidato de Ganar Alcorcón y trabajador de ESMASA, empresa municipal de recogida de residuos, sabe perfectamente qué necesita el municipio para volver a estar limpio: tantos años trabajando, cuidándolo con sus propias manos, le convierten en el único alcalde capaz de darle la vuelta a la situación actual.
Y, como él mismo sabe lo que es capaz de hacer, ha expresado en repetidas ocasiones su voluntad de dimitir en un año, en caso de que no se haya revertido el problema de la suciedad. Quienes gobiernan están para servir, y si no cumplen deben marcharse. David Pérez y el PP no han cumplido: es hora de que se vayan. Y es hora de que quien llegue pueda y sepa cumplir: nuestra ciudad necesita un Alcorconazo.
